Toteta Pinnta

Dibujos de mi hija Violeta desde los 15 meses... hasta que me pida que lo deje.

jueves, 30 de abril de 2015

Abril de 2015 (I)

Abril, ay, abril... A finales de mayo Violeta decidió que ya no quería pintar. Sólo quería que pintásemos nosotros. Ella, ni un punto; abría y cerraba los rotus, nos los pasaba -mamá, pinnta- y nos iba indicando: pota (mariposa), pitita (mariquita), petante (elefante), etc. No es que nos preocupara, pero no nos hacía mucha gracia. Sobre todo a mí, confieso. Así que en lugar de pintar nos dedicamos a otras cosas. Entonces llegó abril, y las vacaciones de semana santa, y nos fuimos a la playa con los abuelos, que por supuesto no le dicen que no a nada, como deben hacer los abuelos. Así que abbuelo, a pinntá, abbuela, a pinntá. Y aquí tenemos tres muestras de los resultados.
De vez en cuando ella añadía un garabatix, como este rojo de aquí abajo que rodeé con un corazón, y algunos puntillos. El curioso personaje del segundo dibujo es un retrato que hizo la abuela de un burrito de juguete que había por allí, pero para Violeta era un pez. El diálogo fue como sigue: ¡Pé! No, burro. No, ¡pé! Que no, Violeta, que es un burro. ¡Noooo, abueeela, PÉEE! Bueno, hija, pues como tú quieras... Todavía me río al acordarme.
También con el inquietante parecido con cierto líder histórico que tiene el mono del tercer dibujo. ¿Por qué? Me preguntaba yo, ¿por qué ese bigote y ese pelo pincho?... Pero bueno, fuera como fuese, Violeta empezaba a animarse de nuevo a lanzar sus banderillazos al papel, aunque sólo si no le decíamos nada. En cuanto alguien la animaba a hacerle las orejas a alguien, se cerraba en banda, tiraba el rotu (hay que ver lo bien que lanza ya las cosas) y se iba, toda enfurruñada.






Aquí di con la solución a este terrible problema: le pedí ayuda. Accedí a dibujarle lo que me pidiera, pero no estaba segura de si los rotus pintaban bien. ¿A lo mejor ella los podía ir probando para comprobarlo? A ver, el verde este, ¿pinta bien?, ¿y el rojo? Y así poco a poco se fue picando, picando, hasta volverse medio loca y empezar una nueva etapa.

Una vez comprobados todos los rotus, por supuesto tuve que cumplir mi promesa, así que me puse al tajo. ¡Nene! fue la primera petición. Pero un nene grande, una cara grande. Y tú me dices dónde quieres que ponga las cosas. ¿Los ojos? Coquito aquïí. Por eso este personaje tiene los ojos donde los tiene. ¿Quieres hacerle tú las bolas de los ojitos? De ahí esos rayos rojos a lo ojos de fuego. Violeta, ¿no querrás hacerle tú las orejas? Y ahí las tenéis, una con peénte (pendiente) y todo. Lo gris es la boca, y los trazos rojos, el pelo. Vamos, qe Violeta ya sabe cómo se colocan las cosas en una cara... salvo por los ojos, pero todo se andará.

Esto lo hizo después ella sola, mientras yo me echaba un pigacín.

Aquí, un aquelarre de monos con peéntes.

Aquí, un osete. El ombligo se lo puso ella.. ¡Qué orgullosa estoy!

La mano de Violeta en la mano de mamá. Que me compren un babero pero ya..

A esta nena le hizo la nariz, los popetes (mofletes), las cejas y el pelo. Sin anestesia.

Aquí calcó los coquitos, los popetes y el pelo de cierta celebridad espongiaria que decora la mesa de plástico amarillo donde dibujábamos y se veía a través del papel.

Aquí ya no estaba calcando.

Y esto es la piscina, señores.

Volvemos a Madrid. Los dibujos vuelven a ser a cuatro manos, predominando las maravillosas y pequeñitas de Violeta, que se marca unas espirales y unos puntos ¡punnto! que no hay quien la pare. Me pide nenas y nazarenas, por las procesiones de la semana santa de Alcaudete, Jaén, que hemos estado viendo. Esta de aquí es Topía, Sofía, su prima de Jaén. Amor a primera vista.

Trazos salvajes con las dos manos. Cómo me gustan.




Una nueva dimensión del arcoiris. ¿Será tetracrómata Violeta?

♥︎♥︎♥︎

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