Otra sesión de pintura de dedos. Aquí, estas dos manchas amarillas, según orden de lectura son un lobo y un coneto (conejo, obviamente). El punto gordo azul lo hice yo, no vayamos tampoco a quitarnos méritos...
¡Mi mano! ¡mi mano!
A esta nube que me pidió le ha añadido unas amigas, y de paso le ha pegado un señor compositor romántico. ¿Adivinan quién es?
Ese día me volvió a pedir Tó nene, dos nenes. Le hice los contornos de la cara y ¡hala, ahí, a ponerles cosas! Uno triste y otro contento, uno con corona y otro con pelo, y debajo, el pitío, el vestido.
Aquí, con su padre y la figurita de la Princesa Chicle. Si es que son más lindos...
Una nena china. Cágate lorito.
Y aquí a la izquierda, un montónn de serpientes, y encima de ellas el garabato representa las hojas de los árboles que se ven desde nuestra ventana. Juro que mientras los hace me lo va contando. Y una pegatina de perrín. ¿Me quita el papelitho paa pegá e peo al papell, mamá?
¿Me pinnta cuato nene, mamá?
Un hipepemétano y su bebé, con sus tripas y sus ombligos, y todo.
Me encantan las caritas que hace. Es que me encantan. Es que me va a dar algo de lo mucho que me encantan.
Aquí una furia expresionista.
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